El fuego de la transformación; luna llena en Krittika, Aries, 15 de noviembre de 2024

Disco celeste de Nebra, Alemania, c.1800-1600 a e.c. La imagen más antigua astronómica que conocemos en la que aparecen Sol, Luna y las Pléyades, y los ángulos entre solsticios.
Fuente imagen: Wikipedia. 

El viernes 15 de noviembre, a las 22:28 horas (España Peninsular), culmina la fase de luna llena con el sol en el grado 29 de Libra, aún en debilitación, y la luna en el grado 29 de Aries, en el nakshatra de Krittika, más conocida aquí en Occidente como las Pléyades. Esta constelación está formada por siete estrellas que ocupan un lugar en el cielo entre los últimos grados del signo de Aries y los primeros grados del signo de Tauro; se las conoce como Alcyone, Atlas, Merope, Electra, Pleione, Taygeta y Maia, a las que a veces se añade una octava estrella, Celaeno. Suelen ser asociadas con siete hermanas, o desde la mitología y filosofía del subcontinente indio, con las siete (a veces ocho) Matrikas, otras veces con las siete esposas de los siete rishis, mientras que otras veces con siete ninfas celestiales. Las historias de las Pléyades pueden encontrarse en múltiples culturas y mitologías, desde su mención en la mitología griega o en el Mahabharata en India, hasta en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, e incluso en la gran obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Es una de esas constelaciones que ha llenado la imaginación de muchos seres en diferentes espacios y tiempos, lo que le otorga un halo de misterio, asombro y curiosidad a este lugar del cielo.

Hace un mes, durante la luna llena en Ashwini el 16 de octubre, hablábamos de la chispa primordial que encendía un deseo original profundo, hablábamos de Iccha Shakti, ese deseo personal que fluye en corcondancia con el deseo del Anima Mundi. El deseo como semilla de la realidad y del mundo material. Y aquí, ahora, un mes después nos encontramos ya no sólo con la chispa, sino con el fuego mismo; más concretamente con el fuego de la transformación. La temática subyacente del cambio, la transformación, y la purificación de nuestra percepción, sigue el hilo conductor del símbolo del fuego, y es maravilloso ver cómo va tejiendo el significado profundo de los ciclos que vamos viviendo, si lo hacemos con el corazón abierto, y los ojos de la imaginación. 

Aries está regido por Marte, el gran guerrero de los cielos, que a su vez, está relacionado con Krittika nakshatra cuya mitología tiene mucho que ver con el nacimiento de Kartikeya, también conocido con su nombre védico Skanda, que es en realidad, el planeta Marte. Krittika nakshatra está regido por el sol, y por la deidad Agni, el fuego primordial, la primera deidad adorada en los antiguos Vedas. Y Vishakha nakshatra, desde donde lanza sus rayos el sol, también está regido por Agni, junto a Indra. El símbolo está claramente llevándonos hacia el fuego que todo lo quema, lo hace cenizas, y lo transforma. El fuego interior de la transformación; el fuego que purifica la percepción para poder ver las cosas como son, y no cómo queramos que sean.

Kartikeya es considerado el hijo de Shiva y Shakti-Parvati. Hay varias versiones sobre su nacimiento (en el Mahabharata, Ramayana, Shiva Purana, la versión tamil del Skanda Purana llamado Kanda Puranam…), pero en muchas de esas versiones, su existencia se debe a que hay una necesidad de acabar con un asura llamado Taraka que está desequilibrando el mundo, y frustrando a los devas. Sólo un niño de 7 días, e hijo de Shiva, tendría el poder de aniquilarlo. Shiva, meditando en su aislamiento, acaba concibiendo su semilla (en una de las versiones de la historia, por el engaño de los devas que usan a Kamadeva para lanzarle una de sus flechas y que se enamore perdidamente de Parvati, y en la cual Shiva acaba quemando a Kamadeva hasta convertirlo en ceniza por haber distraído su estado de meditación profunda; aquí podríamos hablar de la necesidad a veces de aceptar nuestra rabia y expresarla). Esa semilla de Shiva, tan luminosa y llena de poder, intentó ser portada por Vayu, que no pudo sostener su calor, y finalmente portada por Agni, que acabará lanzándola a las aguas de Ganga Devi (el Ganges) antes de convertirse en seis niños, muy traviesos y fogosos, que serán nutridos y criados por las Krittikas, ninfas celestiales, hasta que Paravati acaba convirtiéndolo en un sólo niño de 6 cabezas y 12 brazos. Y claro, a los siete días, acaba aniquilando a Tarakasura devolviendo el equilibrio a los mundos. Su karma y su dharma se alinearon. Nació para ser quién tenía que ser, y en esa integridad personal acabó trayendo de nuevo la integridad universal.

¿Qué podemos aprender y aprehender de esta historia? ¿Cómo podemos alinearnos con nuestro camino correcto, con los tiempos correctos, si no hacemos el trabajo interno de descubrir quiénes somos en realidad? Es sólo a través de una visión totalmente libre de patrones heredados u opiniones externas, una visión “purificada” por las llamas del fuego del discernimiento, que podemos tomar las riendas de nuestras acciones, y reacciones, y podemos volver a fluir con el hilo rojo que nos conduce hasta el centro del laberinto, y de nuevo, hacia su salida. Ser libre significa esto realmente. Creerse libre pero luego actuar según dicten las emociones o los patrones mentales, el inconsciente, lo heredado, o por validación externa, miedo a romper relaciones, etc., no es libertad. Libertad es tener una mirada siempre anclada en el discernimiento. Lo que creemos real siempre está coloreado por nuestra percepción. Por eso se dice que “creamos nuestro mundo”. No es que lo creamos, es que lo percibimos tal cual somos nosotros en cada momento. Observar esto, ser conscientes de esto, es el primer paso para aprender a ser libres, aprender a tomar responsabilidad sobre nuestras vidas y nuestras decisiones.

El símbolo de Krittika nakshatra es un cuchillo o una cuchilla. Es un símbolo afilado, que junto a toda la simbología anterior del fuego, hacen de Krittika un nakshatra muy poderoso para “cortar” con personas o situaciones, pero sobre todo, con aspectos de nosotros mismos que han vivido demasiado tiempo en la oscuridad rigiendo decisiones desde la sombra.  De hecho, la palabra Krittika en sánscrito significa cortante, y se la conoce como “la estrella del fuego”. Es un momento perfecto para aprender a decir “NO”. Para aprender a poner límites Y mantenerlos. No rompamos las promesas que nos hacemos a nosotros mismos sólo porque ”queremos mantener la paz”. O peor aún, porque queremos mantener una imagen de nuestra identidad externa que creemos que los demás quieren ver. A veces, la paz interior de ser íntegros con quiénes somos es MÁS importante que lo que creemos que es la paz exterior que los demás quieren. Todo comienza en uno mismo. Los cambios se dan de dentro hacía fuera, y no al revés. Si nosotros mismos no nos respetamos, ¿cómo va a respetarnos el mundo exterior?

Sol y Luna frente a frente, a 180º de distancia, se observan. Sol-Shiva, como consciencia-testigo emana su luz, mientras Luna-Shakti refleja y subdivide esa luz, y al igual que la luz de un prisma que se refracta en colores, Shakti se convierte en la multiplicidad que crea esta materialidad. De lo inmanente a lo trascendente sólo hay un cambio de percepción; todo está pasando al mismo tiempo, todo está correlacionado. Cómo percibes el mundo es cómo te percibes a tí mismo. El poder de Krittika nakshatra es Dahana Shakti, el poder de quemar y purificar. No hay escapatoria cuando hay fuego. El fuego puede calentar una sopa, o acabar con un bosque entero. También puede convertir en cenizas al ave que resurge cual fénix renacido. Es cuestión de percepción y responsabilidad con nuestras decisiones, acciones, reacciones, y deseos. 

En los cielos, los demás grahas siguen influyendo a su manera. El mismo día 15 de noviembre, Saturno sale de su retrogradación tras meses, aún en el signo de Acuario, y lanza un aspecto directo a la luna. Saturno nos va a ayudar muchísimo a poner esos límites necesarios. Marte debilitado aún en Cáncer, que rige esta luna llena, lanza a su vez un aspecto directo al sol, trayendo temas de emociones no integradas a la superficie, sobre todo frustración, rabia, cansancio, estar al límite, “quemados”… Esto ocurre sobre todo cuando empezamos a echarle la culpa a todo lo externo en vez de poner la mirada sobre nuestra parte y responsabilidad en el asunto (y no, tampoco es siempre todo nuestra culpa y aquí hay que discernir muy bien cuando la culpa de verdad es del otro, pero esto es lo que tenemos que practicar a ver, tenemos que estar muy atentos y conocernos profundamente).

El asunto del que tenemos que tomar responsabilidad es muy importante, porque es nuestra propia vida. Es una grandísima oportunidad para aprender a ponernos primero, y con esto me refiero, a poner primero nuestra integridad ante todo. No es momento de callar porque no nos guste el conflicto. No es momento de hacernos pequeños, escondernos, porque queramos mantener “la paz”, que en realidad es una paz falsa porque nosotros no estaríamos agusto en nosotros mismos si no decimos y hacemos, si no luchamos, por lo que de verdad deseamos y queremos. Una lucha alineada con nuestro karma y nuestro dharma, como Kartikeya. No hay nada de malo en expresar esas emociones que se consideran en el mundo moderno como “negativas”. No hay nada negativo en ser fiel a uno mismo. Y para serlo, hay que practicar. Hay que cortar con situaciones que a lo mejor eran cómodas, pero no correctas, y crear espacio para que lo nuevo llegue. 

Esta luna llena en Krittika nakshatra nos pide transformación, lancemos a las llamas del fuego espiritual purificador todo aquello que debe convertirse en ceniza y renacer con otro rostro. El rostro de la integridad para poder caminar con responsabilidad en nuestra libertad elegida, libertad del discernimiento y el conocimiento. Nos pide blandir el cuchillo y cortar las cabezas (identidades) que se han quedado relegadas al automatismo. Nos pide sobre todo una escucha interna honesta y mucha valentía y paciencia. El activismo sagrado de aprender a luchar por uno mismo sabiendo que cuando estamos caminando por la verdadera senda individual personal, estamos en realidad caminando por la senda universal todos juntos. Lo inmanente y lo trascendente siempre en armonía. Shiva y Shakti nunca están separados. Sol y Luna como luz y reflejo, conciencia y energía. Lo que cambia dentro y se transforma, cambia el mundo. 

Nuestras prácticas, nuestro esfuerzo por seguir este camino, nunca es en vano. Al final lo hacemos porque confiamos en que lo que queramos ver externamente debe primero nacer internamente y transformarnos. La paz que tanto anhelamos externamente, comienza internamente. Caminamos en integridad con compasión, dedicando nuestros esfuerzos a aquellos que no pueden y sufren. Todo lo que hacemos por nosotros, lo hacemos en realidad por el bien de todos los seres. 

Muchísimas gracias como siempre por leerme, y escucharme. Deseo que esta luna llena nos traiga el fuego necesario para quemar todas las dudas acerca de quiénes somos, y que de las cenizas de lo que muera, podamos renacer con más integridad.

Para más información astronómica, astrológica, simbólica y mitológica sobre esta luna llena, puedes ver mi vídeo completo en mi canal de Youtube. 

Jai Ma!

Danah


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